Telde está ubicado en el municipio de las palmas de Gran Canaria, en España, y es conocida por la gente como “La ciudad de las brujas” debido a los incontables testimonios de personas afirmando que la brujería es practicada a través de toda la ciudad, además de las luces extrañas que se ven flotando por los montes, incluso hoy en día se pueden encontrar en los barrancos del municipio gallinas muertas, muñecas con clavos y cosas más extrañas aún, lo que significa que se sigue practicando.
Una de las historias más impresionantes es una que ocurrió hace poco más de 50 años. La gente habla de un vendedor de carbón que iba por la plaza haciendo su trabajo, de pronto una anciana le pidió un kilo, el vendedor se lo dio y a la hora de pagar le advirtió que el precio había subido, la anciana se enfadó un poco y le dijo: “Esto es un abuso, deberías de estar una semana sin poder llegar a tu casa”.
El vendedor le dijo que si le parecía un abuso que simplemente no se lo comprara y punto. Después de eso el vendedor siguió su camino, así el día siguió normal hasta que decidió volver a su casa, ahí fue cuando se dio cuenta de que estaba perdido, el vendedor había entrado sin darse cuenta en una especie de callejón donde todas las paredes eran blancas. El intentó encontrar la salida pero mientras más la buscaba más perdido se sentía, y su desesperación se hacía cada vez más grande, era como si estuviera atrapado en un laberinto.
Al cabo de un largo rato logro salir, aliviado llegó a su casa aunque ya muy tarde, estaba empezando a amanecer, entró en su casa, y su mujer al verle empezó a llorar y lo abrazó, al principio el vendedor no entendía la reacción de su mujer. Él no se lo podía creer, su mujer le dijo que llevaba una semana desaparecido, la policía lo había estado buscando por toda la isla sin obtener siquiera una pista. El vendedor les explicó que se había perdido en unos callejones blancos que él nunca había visto, que en ese sitio no había nadie, sólo él, ni siquiera había viviendas, él no se podía explicar cómo había estado una semana fuera, ya que para él sólo habían pasado unas horas, fue entonces que recordó las palabras de la anciana.